El martes 10 de junio de 2025 será recordado como un día negro para la inteligencia artificial comercial. ChatGPT sufrió una caída global que dejó a millones de usuarios sin acceso al servicio durante varias horas, afectando no solo a usuarios individuales, sino también a empresas que habían integrado las APIs de OpenAI en sus procesos críticos de negocio.
La interrupción comenzó a reportarse desde las primeras horas de la mañana con picos de incidencias especialmente notables en Europa. Los usuarios experimentaron desde errores directos hasta tiempos de respuesta excesivamente largos o la imposibilidad de recibir respuestas de la IA.
La interrupción no afectó solo a ChatGPT. Otros servicios de OpenAI como Sora (generación de video), DALL-E y, de forma crítica para el ámbito empresarial, las APIs que empresas y desarrolladores usan para integrar la IA en sus productos, también sufrieron la caída. El impacto fue global, sintiéndose en todo el mundo, incluyendo España y América Latina.
Un aspecto particularmente revelador de esta caída fue la diferencia en el impacto entre usuarios gratuitos y de pago. Los usuarios de la versión gratuita, que suelen tener menor prioridad de acceso frente a los usuarios de ChatGPT Plus, experimentaron mayores demoras o bloqueos completos, lo que pone de manifiesto las limitaciones de depender de servicios gratuitos para operaciones críticas.
Este incidente sirve como una llamada de atención para las empresas, especialmente en el tejido empresarial canario, sobre los riesgos de la dependencia excesiva de una única plataforma de inteligencia artificial. Aunque la IA ha demostrado ser una herramienta valiosa para automatizar procesos rutinarios, analizar datos y mejorar la atención al cliente, la caída de ChatGPT demuestra los peligros de apostar todo a una sola tecnología.
Estas interrupciones del servicio nos demuestra algo fundamental: ninguna tecnología, por avanzada que sea, puede sustituir completamente el conocimiento y la experiencia humana. El know-how empresarial, forjado a través de la experiencia, la adaptación al entorno y la transmisión de conocimientos entre profesionales, sigue siendo un activo estratégico que ninguna tecnología puede sustituir. Las empresas que gestionan y preservan este conocimiento son más resilientes ante los cambios y capaces de innovar y mantener la continuidad del negocio incluso en situaciones de crisis como la vivida ayer.

Existen múltiples herramientas de IA en el mercado, y la diversificación tecnológica puede ayudar a mitigar riesgos de dependencia de un solo proveedor o plataforma. Las empresas canarias, al igual que sus homólogas en el resto del mundo, deben considerar implementar estrategias de redundancia tecnológica que incluyan:
- Diversificación de proveedores: No depender de una única plataforma de IA
- Soluciones híbridas: Combinar herramientas de IA con procesos manuales críticos
- Formación continua: Mantener equipos capacitados que puedan operar sin dependencia total de la tecnología
- Planes de contingencia: Desarrollar protocolos alternativos para cuando fallen los sistemas automatizados
La continuidad empresarial en la era digital exige no solo tecnología, sino también equipos humanos capacitados y actualizados. En Canarias, la formación en competencias digitales y tecnológicas es esencial para mantener la competitividad y responder a los desafíos de un entorno globalizado. Los profesionales cualificados en TI y áreas tecnológicas no solo implementan y gestionan la infraestructura digital, sino que también aseguran la protección de los datos, la eficiencia de los procesos y la capacidad de recuperación ante incidentes como el ocurrido ayer.
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